viernes, 6 de diciembre de 2013

PET, la técnica diagnóstica más revolucionaria



La Tomografía por Emisión de Positrones, conocida por sus siglas en inglés PET, es una técnica de diagnóstico no invasiva que permite realizar imágenes que muestran el metabolismo y el funcionamiento de tejidos y órganos, a diferencia de otras pruebas de imagen que tan sólo aportan datos anatómicos. Quizá su elevado coste es en ocasiones un escollo para la utilización de esta técnica, aun cuando se ha demostrado que el PET evita tener que realizar otras pruebas diagnósticas invasivas y con riesgos para quien ha de someterse a ellas, como biopsias y cirugías, y puede detectar lesiones que el TAC, la resonancia magnética u otras técnicas convencionales han pasado por alto. Las cosas van cambiando poco a poco y hoy en día la suma del aumento de la financiación y del número creciente de usos clínicos han dado como resultado una demanda casi imparable. En la actualidad, el concepto PET es inseparable del de cáncer, al ser una herramienta de gran utilidad en el diagnóstico de esta enfermedad. Pero la oncología no es él único campo en el que goza de un reconocido prestigio. La neurología, la psiquiatría y la cardiología también utilizan los estudios PET en numerosas ocasiones.

¿En qué se basa?
Lo característico de esta técnica es que emplea isótopos emisores de positrones y utiliza una propiedad de las células tumorales para su identificación. Y es que, desde hace mucho tiempo se sabe que las células tumorales crecen más deprisa que las normales y que para ello necesitan consumir más glucosa que el resto de células. Para realizar el PET, se inyecta al paciente un contraste formado por glucosa y una sustancia que permite su localización desde el exterior, es decir, los isótopos emisores de positrones, normalmente el Flúor-18. Con esto lo que se consigue es que las células tumorales, en las que, por tanto, se aglutina más glucosa, 'brillen' más que las demás. La cantidad de radiación que entra en juego en un PET es extraordinariamente baja, por lo que no hay peligro de reacciones de ningún tipo. Es totalmente inocua y las únicas contraindicaciones aparecen en personas con obesidad extrema, ya que podrían tener dificultades para acceder al tomógrafo, y en mujeres embarazadas.

PET y cáncer
Tumores cerebrales, melanoma, linfomas, cáncer de mama, colorrectal, de pulmón, de cabeza y cuello, de esófago, de tiroides, de ovario y de páncreas, son algunos de los tipos de cáncer en los que el PET ha demostrado su valía. Gracias a él no sólo se puede detectar muy precozmente, incluso antes que otros métodos, el inicio de un cáncer y diferenciar entre tumores benignos y malignos, sino que además se puede determinar el grado de malignidad en el que se encuentra un tumor y predecir cómo va a evolucionar. Una misma imagen puede mostrar el tumor primario y la afectación ganglionar y la metástasis, si las hubiera, por lo que se puede determinar la extensión de la enfermedad. Una vez en tratamiento, el PET sirve para controlar cómo ésta respondiendo el organismo a la terapia. Además, detecta posibles recurrencias de la enfermedad, en especial en pacientes con marcadores tumorales elevados e incluso cuando otras técnicas de examen han dado resultados negativos.

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