sábado, 14 de diciembre de 2013

Carta emotiva de un padre indignado por los recortes

Buenos días queridos lectores, hoy para hacer mi entrada he estado rebuscando por internet y para mi sorpresa y se puede decir tambien que para mi mala suerte, debido a su contenido y a lo que en ella se relata he encontrado una emotiva carta escrita por un padre de una niña de 3 años que padece de cáncer. En esta carta el padre cuenta lo duro que para los padres es saber que la persona que mas quieres está enferma y que encima tiene una enfermedad tan dura como el cáncer, y lo que para ellos es tener el apoyo y la esperanza que les contagian el personal sanitario. Pero lo que en realidad nos quiere transimitir este hombre es la importancia y las consecuencias de los recortes que se están llevando a cabo en el sector sanitario.

Aquí os la dejo para que la leais, a mi realmente me impacto bastante.

Mi nombre es José Carlos, bueno, en realidad aquí donde estoy no tengo nombre. En la panta de oncología pediátrica del Virgen del Rocío, los papas no tenemos nombres, nos llamamos por el nombre de nuestro hijo.

Por eso aquí, soy el papa de Valeria Adorna de 3 añitos que hace tiempo comenzó a sentirse muy mal y fue diagnosticada de una cosa con un nombre muy feo, en su abdomen, que no soy capaz de pronunciar.

Por desgracia para ella, y para toda la familia, hemos tenido que afrontar una de las experiencias más terribles que una familiar puede vivir.

Nadie está a salvo de eso, de repente un día te levantas y nada vuelve a ser lo mismo, tu única suerte es que están ellos y que están por todas partes

Recuerdo el primer día que llegue a esa planta, el equipo de profesionales sanitarios de oncología pediátrica nos cogieron fuerte la mano y nunca más nos la soltó.

Ellos sí que saben de esperanza, pero de esperanza de verdad, de esa que te permite levantarte por las mañanas y te hace soñar con una mañana mejor.

Esa esperanza a la que te agarras cuando ves como tu pequeña pierde peso, se le cae el pelo, tiene vómitos… en definitiva, no es la misma que hace unos meses jugaba en el parque. Todo en ella ha cambiado, todo menos la alegría y las ganas de vivir que el personal de esa planta le inyecta cada día. Son ángeles, personas que tienen un don especial para poder soportar las peculiaridades de cada caso y para tener el valor de seguir sonriendo cada día. Por desgracia somos un caso de los más de cien que atienden… suerte que están ellos.

Día a día los ves al límite, no pasa un día que no venga un amigo nuevo a la planta, a veces incluso varios, y a todos ellos los arropan entre sus alas.

Aun recuerdo y nunca lo olvidaré el primer día. Cuando le diagnostican algo así a la persona a la que quieres, pierdes el control de tu vida. Te conviertes en un barco a la deriva sin saber por dónde tirar, hasta que Palma, Eduardo, Nacho… entran en nuestras vidas. Entonces se convierten en nuestras guías, en nuestro faro, nuestra luz y nos van dando pautas para que no te pierdas. Para que puedas estar a la altura de la situación ya que su apoyo es muy importante para la pequeña. Nosotros tuvimos suerte, porque cada vez que nos invadía una duda, problema o complicación, ellos estaban ahí, al pie del cañón.

Pero hoy nos hemos levantado con una noticia que ha sobrecogido nuestros corazones, el personal sanitario que atiende el hospital infantil se ve drásticamente reducido.

La oncóloga Valeria, y otros muchos compañeros que han reconducido muchas vidas, los sientan una semana es sus casas porque al parecer no hay dinero suficiente para pagarles, dicen que los médicos que se quedan pueden asumir toda la carda de trabajo, guardias, sábados, etc.

Pobres padres que, cuando se vean perdidos en esta enfermedad tan compleja, vayan  a la unidad de oncología, a ecografías, cirugía y le dan cita para unos meses por el exceso de trabajo, porque haya menos oncólogos, cirujanos, enfermeros… y se hagan menos pruebas a estos niños cuyos padres esperan con angustia esos resultados.

Pobres médicos y enfermeras que, sabiendo las necesidades de esos niños enfermos, no puedan cubrirlas con los medios que tienen a su disposición.

Y sobre todo, y lo peor, pobres niños que les toque pasar por esto, por momentos de “recortes” y “crisis” de los que son lo menos culpables de todos.

Quiero que recapacitéis sobre lo que, dentro de un hospital, se puede o no recortar. Supongo que tendréis unos objetivos de recorte pero quiero que sepan que hay objetivos que no se pueden cumplir por mucho que vengan impuestos, sería importante que las personas que os lo piden lo supieran. Que los tramitáis, con nuestra voz y de nuestra mano. Ruego que haga seguir mi carta a donde haga falta para que puedan entender los que mandan, y sin que tengan que pasar por ello, lo duro que ya de por si es tener un hijo enfermo, para que los recortes lo hagan aun más duro y lo que es peor, pueda traer consecuencias graves por la falta de pruebas o el saturamiento de quirófanos y de personal.

Ruego que la persona que lea esto se ponga por un momento en la piel de nosotros-los padres- y que, si tienen hijos, los pongan en la piel de esos niños y que me digan, con la mano el el corazón, si estos recortes son de verdad indispensables y no podéis con vuestros estudios y recursos buscar alternativas a esta situación.

Por favor que los recortes no sea a costa de la calidad de vida y la salud de nuestros hijos, algunos de ellos en la última etapa de su vida.

Gracias. 



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