jueves, 12 de diciembre de 2013

417 cama 1

Buenas noches, queridos lectores. Hoy es un día agridulce. Ha sido una dura jornada y estoy realmente cansada. Pero no por ello ha sido tampoco un mal día.

Quiero dedicar esta entrada a mi mejor paciente, que hoy se ha despedido de mí. Anteriormente os he ofrecido mi reflexión sobre que el hospital es un lugar de despedidas. Hoy corroboraré esto mismo.

Desde el primer día, esta mujer estaba ahí. Cuando yo temblaba con solo pinchar una heparina, ella me sonreía y me decía: No estés nerviosa, neniña, si lo haces muy bien. Siempre me preguntaba que tal me había ido el día y tenía una sonrisa para mí. Realmente, no sé yo quién habrá cuidado de quién, porque solo entrar en esa habitación me producía una gran alegría. Cuando hacía la ronda y llegaba a la habitación 16, pensaba "¡Bien! La siguiente es la suya".

No puedo describir el enorme cariño que le he cogido a esta mujer y a su familia. Hoy, cuando he llegado y la he visto rodeada de médicos y enfermeros, me he puesto nerviosa. Son mis pacientes, yo me considero también su enfermera y de verdad me preocupan todos y cada uno de ellos, no importa cuánto tiempo lleven ahí.

Cada día, me acompaña a casa una gran satisfacción. Me tratan tan bien, son tan agradecidos... Pero ella era y es especial. Realmente somos muy parecidas en carácter, lo he podido comprobar estas 4 semanas. Sé que parecerá una tontería, pero cuando te dedicas a esto y de verdad te llena, es increíble lo bonito que puede llegar a ser conocer a una persona.

Fui la única del personal que fue a despedirla por voluntad propia. Ella me dijo que yo había sido la mejor enfermera que había tenido. "Mujer, pero si aun no soy enfermera", le contesté. "Eres mejor enfermera que muchas de aquí juntas y te espera un gran futuro". Esas palabras me llegaron al corazón. Me dio un abrazo y se fue, pero le prometí que iría a visitarla al hospital al que la trasladaban. Y tened por seguro que lo cumpliré.

Me dio las gracias. Pero, ¿gracias por qué? Soy yo quien le está agradecida por toda esa amabilidad
y apoyo que me ha dado. En teoría, nosotros somos los que ayudamos, los que cuidamos. Pero muchas veces, son los pacientes los que nos dan lecciones.

Gracias, Lucía, por estar ahí en mi periodo de prácticas y por ser mi paciente favorita. Espero que te mejores pronto y puedas volver a casa junto con tu familia, que es la que mejor te cuida. Te mereces lo mejor.

Y una vez más doy gracias por el día en el que empecé esta carrera. Fue la mejor decisión de mi vida.



No hay comentarios:

Publicar un comentario