jueves, 21 de noviembre de 2013

La locura de la Enfermería. Una descripción poco usual.

Si yo quisera definir la Enfermería con una sola palabra, ésta sería, sin duda: LOCURA. Para mí ningún término la define mejor que "locura"; ni vocación, ni satisfacción, ni vida, ni nada. Locura.
Porque sí, señores, no nos engañemos. Cogerle la mano, tratar con cariño, dar un abrazo, querer, cuidar y preocuparse por un completo desconocido, es una soberana locura. Pero una locura de las buenas. Una locura como la de cuando amas a alguien con todo tu ser. Y yo, queridos lectores, estoy loca. Y me encanta estarlo.
Cuando llegué a Enfermería tenía una idea completamente dispar de lo que es hoy en día la enfermería, y por ello mi definición de esta profesión ha ido variando conforme he ido añadiendo experiencias diversas. Al principio, me parecía una profesión dura (que lo sigo pensando), con mucha carga de estudio, con mucha cosa que memorizar. Luego empezó a ser una pasión. La pasión por sentirte realizado haciendo lo que haces. Cuanto más ampliaba mis conocimientos, mejor me sentía. Y esa definición perduró hasta hace cuatro días.
Pensaréis que en cuatro días no puedo sentir nada distinto, pero sí. El lunes empecé las prácticas como tal. Parecido, pero nada que ver con lo que anteriormente hicimos en las clases de Fundamentos o Clínica. Algo totalmente nuevo. ¿Y por qué? Porque por primera vez en la vida sentí el calor humano. Pude ver a las personas realmente. Y es que creo que un hospital hace que las personas muestren su trasfondo. Que se pueda leer su aura.
Creedme, que jamás en la vida sentiré nada igual a lo que siento cada vez que visito a alguno de mis pacientes. Cada vez que hago algo por ellos. Jamás. Y ellos saben que estás ahí. Que les alivias en la enfermedad. Que les acompañas en sus últimos momentos. Que eres por y para ellos. Y, aunque muchos se quejen de la ingratitud de algunos pacientes, he de decir que todas las personas a las que he visitado en estos cuatro días he recibido más “gracias” que en 21 años de vida juntos. Y a veces, ese gracias es especial. Puede venir en muchos formatos y en muchos envases. Puede ir desde el simple “gracias” al “gracias” en lenguaje sordomudo. Y he tenido la maravillosa suerte de poder recibir todos esos agradecimientos. 
Estar con el paciente no sólo es entrar, romper su pequeña esfera de intimidad y abordarle a procedimientos. Es entrar, mirarle a los ojos, y aún sabiendo que su pronóstico es terrible, darle un ápice de esperanza.
Por eso para mí la Enfermería es una locura. Es un camino que no muchos tomamos, pero que pocos deciden abandonarlo una vez en él. Y es que podríamos decir también que la enfermería es una droga. Realmente te enganchas cada vez más. Y más. Pero os repito, estoy orgullosa de ser una loca. Una loca que entra en una habitación, en la que el paciente llevaba días decaído por tener que llevar una sonda nasogástrica, y que ese día, al entrar en la habitación, se incorpore cual niño de 5 años y con la mejor de sus sonrisas te grite: “¡¡¡¡¡¡XA MA QUITARON!!!!!!” Ver y sentir esa alegría, y que te haga partícipe de su felicidad, creedme que no tiene precio. Y, ante esas situaciones uno no sabe cómo sentirse. Porque es tan gratificante que una persona que está realmente mal y que se siente tan bien porque le han retirado eso que tanto le molestaba, te haga cómplice de su alegría… Es tanta la emoción que se siente, que muchas veces no se pueden contener las lágrimas. Si no, decídmelo a mí. Igual es que soy una sentimental… aunque es algo que te toca en el corazón. Bueno, en realidad en el sistema límbico.
Y, cuando digo que enfermería es una locura, también lo digo porque es una profesión en la que la desgracia de un desconocido al que acabas de pasar visita te puede romper en mil pedazos. Como dije antes, puedes ver el ser humano en su máxima potencia. Puedes verle lo que tiene dentro (¡desde un sentido metafórico, animales!) puedes verle, su ¿alma?. Y también de los que le rodean. Desde la señora diabética que no se separa de su marido encamado ni para ponerse la insulina, hasta los buitres que merodean a su moribundo familiar con tal de rascar algo de la herencia o de sabe Dios qué. Pero eso es parte de la profesión. Y sí, es muy duro estar hablando con un paciente, ir a por algo al oficio porque se encuentra mal y cuando llegues a la habitación, que esa persona ya no esté. Que no vuelva a darte las gracias por pincharle. Que no vuelva a saludarte cuando entrabas por la puerta. O que no vuelva a llamar al control porque se le había movido la vía. Y es muy triste. Pero es parte de nuestra locura. Y tenemos que entender que la enfermería no es solo curar, también es acompañar a la persona hasta el final. Que si cae, caes con ella y os levantáis los dos. Que si esa persona ríe, ríes con ella. Y que si esa persona llora, lloras con ella y luego os animáis juntos. Enfermería es hacerle saber que vas a estar ahí siempre, porque ellos lo necesitan. Es “perder” 10 minutos y sentarse a hablar con esa persona, para saber cómo se siente, o qué piensa al respecto de alguna decisión importante. Porque, queridos lectores, y seré lo más sincera del mundo, la familia me parece una lacra en momentos de tomar autónomamente decisiones importantes. Una losa gigantesca que cae y dilapida al paciente. Porque,cuando un paciente tiene que tomar una decisión importante (sobre operarse cuando hay riesgo de morir en la operación, de amputarse algún miembro, de firmar algún consentimiento de PCR no RCP…) la familia no ayuda. Se juntan cinco personas que rodean la cama del paciente, lo acosan, le imponen SU PROPIA opinión. Le alientan o le desalientan sobre la decisión, que al final, tiene que ser del propio paciente. Y, esto lo digo con todo el dolor del mundo, pocas veces escucharemos a la familia sentarse y decirle al paciente: “A ver, ¿tú qué crees que será mejor para ti. O ¿qué quieres hacer?”...
Aunque ojo, no quiero generalizar. Porque como dije antes, la familia es un gran pilar de apoyo, y un punto fundamental en la recuperación del paciente, sin ellos, nada sería posible.
Así que la enfermería para mí es eso. Es una locura, pero una locura hermosa. Algo de lo que jamás me despegaré y olvidaré. Es una aventura, una odisea, una vida llena de vidas (aunque también de muertes, pero siguen siendo vidas) y llena de momentos que te hacen crecer como persona desde que pusimos el primer pie en el hospital. Porque la enfermería para mí lo es todo.


3 comentarios:

  1. Hola Alba, solo decirte que estoy en desacuerdo contigo respecto a lo de los familiares y acompañantes de los pacientes. Como ya sabes, la salud de un paciente no solo consiste en un buen estado físico (de lo que se encarga todo el equipo médico) también influye su estado de ánimo, su entorno y ambiente (parte psicológica y social de la salud), y en mi opinión esa es la parte fundamental de la familia. Tienes razón, el personal de enfermería (y el resto de personal médico) influimos en ello, ya que jamás nos debemos de olvidar del hola, buenos días, ¿qué tal? e incluso acompañar todo esto de una sonrisa; como dijiste en otra entrada (o en Facebook, no estoy segura jaja) es muy emotivo para el paciente y para nosotros cuando al tomar la tensión nos cogen de la mano, pero nosotros estamos un momento, quien se pasa las 24 horas del día al lado del paciente, agarrándole de la mano, es el familiar. Y por experiencia personal, te puedo decir que es muy duro estar todo el día en una habitación de hospital, con los nervios y la preocupación a flor de piel por el estado del paciente, (de tu familiar) haciendo mil malabares para poder escaquearste de las clases o el trabajo sin que te despidan... es cierto que él que está enfermo es el paciente, (aunque muchos ni siquiera se enteran de mucho, por los calmantes o por el estado mental) pero no debemos olvidar que el acompañante también sufre y lo pasa mal, porque el que está en la camilla en muchos casos es su pareja, o su padre, o su madre, la persona que más quieren en el mundo.
    Es cierto que influyen en la toma de decisiones, en primer lugar, porque desean lo mejor para su ser querido y tienen miedo a equivocarse y , en segundo lugar, hay muchos pacientes que no tienen la capacidad psíquica o mental para tomar decisiones de esa importancia. Y no te puedes ni imaginar lo que es para un familiar, tener que decidir por el paciente, ¿desconectar o no? ¿Despertará del coma?... yo creo que los familiares muestran su opinión y explica que opciones hay, pero no creo que “agobien al paciente”.
    Por último, como enfermera (no sé si puedo opinar sobre esto, ya que llevo 4 míseros días en el hospital jaja ) tengo mucho que agradecer a los familiares ya que me explican muchas cosas o me dicen si los valores de glucemia o tensiones son normales en ese paciente ya que en muchos casos los propios paciente no pueden. Y a nivel personal, “como paciente”, solo puedo desear que si un día me ingresan en el hospital, mis amigos y familiares me vengan a visitar y hacer compañía, ya que en esos momentos solo quieres estar “con los tuyos” (como me dijo hoy una paciente), y porque los días en un hospital ingresado no tienen 24 horas, si no muchas más.
    Por todo lo demás, un blog muy bonito :)))

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    1. Sí, en ese sentido iba la aclaración de que no quería generalizar. Lo decía por una paciente que tuvimos, que tenía que tomar ella (porque estaba en sus plenas facultades y de hecho el consentimiento informado se lo dieron a ella porque los psicólogos valoraron su estado psíquico). El caso era que la mujer tenía que decidir sobre un procedimiento que si realizaba, iba a necesitar dependencia hasta el último día de vida, y claro, a los hijos eso no les molaba nada. Y llegué a oír "no lo hagas, porque luego a ver, vamos a tener que carretar contigo todo el santo día" y el resto le daban la razón. Y eso no se hace. Luego, ya sabrás porque estás en la misma planta, que hay gente que no se despega ni un segundo.
      Y claro, lo que yo expresaba era que a la hora de que el paciente autónomo tome decisiones, suelen decirle lo que ellos creen, y a veces, llegando a imponerle "porque sí". En cambio, y eso sí es cierto, muchos de ellos mejorar increíblemente cuando tienen a alguien. Por ejemplo (no diré el nombre por intimidad) el señor de la 40-1 (supongo que lo habrás visitado) tiene a su mujer que ni se levanta de la silla para mear, y el señor cuando está ella está super feliz. Pero vamos, que sí, es cierto, la familia es lo único que tienen, pero en el tema de decisiones, muchas veces no lo respetan y no le dan un poco de "aire" a la persona. :)

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  2. Menudo testamento que me quedó jajaja

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