jueves, 13 de febrero de 2014

La depresión

Queridos lectores, hoy quiero hablaros de un problema de salud que afecta a un gran número de personas.
No esperéis que os cuente la fisiopatología y la etiología de esta enfermedad, sino que quiero daros unos conocimientos más bien de actuación, unos conocimientos que nos harán comprender un poco mejor a estas personas.

Quiero hablaros de la depresión. Hay mucha gente que no considera la depresión como una enfermedad, sino que cree que es un estado de ánimo. Y no, señores, la depresión es una enfermedad peligrosa.
La depresión es silenciosa. Es algo que no todo el mundo deja ver. Muchas personas con depresión por fuera parecen personas alegres, pero no es más que una máscara para esconder la vergüenza que les produce sentirse así. Y nosotros tenemos que ser los primeros en enseñarles que estar enfermo no es una vergüenza.

La depresión empieza como un mal día. Empieza siendo un simple sentimiento de tristeza, pero que se va apoderando de uno. Día tras día. Es como tener una especie de nube negra que se va haciendo más grande cada día que pasa, y te impide ver el sol. Es una nube tóxica que te carcome lentamente. Un día estás bien, al día siguiente te sientes una mierda.

Esta nube es como una segunda cabeza que no deja de decirte lo malo que eres. Lo pésimo y mediocre que eres. Cuando quieres aventurarte a hacer algo siempre está ahí para decirte “no lo hagas, total, como no vales para nada te va a salir mal”. Te hace dudar de ti mismo. Y de los que te rodean. Y no, la depresión no es un juego de niños.

Si hay algo que me enferma de la depresión es la gente que rodea a los pacientes deprimidos.  A nadie en su sano juicio se le ocurriría decirle a una persona con cáncer “coño, levántate de cama, que te pasas todo el día durmiendo. Normal que así tengas cáncer. Sal a la calle, y diviértete” o “es que tienes que distraerte, así normal que tengas cáncer”. No, a nadie se le ocurre decir eso. Entonces, ¿por qué a las personas con depresión se les dicen este tipo de cosas? Una persona deprimida no pasa el día en cama porque sí, se lo pasa en cama por muchas razones. La primera es que no se siente bien, está débil y se siente cansado. Otro motivo es que las dudas y los problemas le abordan por la noche y le impiden dormir. Y fundamentalmente, pasa el día durmiendo porque así cuando se despierte, el día habrá acabado.
La depresión no es una broma. Es una enfermedad grave que puede llevar a la persona a la ruina. Es saber que por mucho que te esfuerces, no vas a mejorar en nada. Porque desengañémonos, señores, la depresión no se cura con fuerza de voluntad. ¿Acaso una neumonía se cura con voluntad? ¿Acaso una gastroenteritis se cura con voluntad? No, no y no.

Por eso, queridos amigos, prestad atención a lo que os rodea. Prestad atención a las personas que están a vuestro lado y fijaros bien si padecen esta enfermedad.
Las personas con depresión suelen tener sueño por la mañana, cansancio, apatía, pocas ganas de hacer cosas, abandono de sus actividades comunes, pérdida de aficiones, de amistades… y no debemos confundirlo con un día malo. La depresión es tener días malos todos y cada uno de los días durante meses, o años.

Cuando alguien crea que puede tener depresión lo más sensato y rápido es acudir al médico de cabecera. Ellos verán qué es pertinente, y creedme que la farmacología de la depresión es efectiva y no es para nada dañina.

Y si algo sé de la depresión es lo mucho que merma a las personas. La depresión  no es una vergüenza, no es un motivo por el que tener vergüenza. Y al principio cuesta entenderlo.
Así que, queridos lectores, espero haberos hecho comprender cómo se siente una persona con depresión, y que a partir de ahora nos lo tomemos como algo más serio.


Os dejo un vídeo estupendo que me parece muy ilustrativo:

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