viernes, 20 de diciembre de 2013

Hoy toca decir adiós. Un adiós amargo.

Queridos lectores, hoy todo llega a su fin. Un fin para siempre, ya que no volveremos a reencontrarnos con las mismas personas que han llenado mi vida estas cinco semanas.
Hoy toca cerrar el libro de lo que han sido, sin exagerar, las mejores cinco semanas de mi vida. Y hoy escribo el último punto. Un punto y final de este libro, pero que sin duda será el primero de mi exitosa saga.
En mi libro ha habido muchos personajes, algunos más benévolos, otros más malévolos, pero todos, por una vez en la vida, se unieron para guiar al protagonista (la, en este caso) en sus aventuras. ¿Título? Pues no lo sé. Tal vez, sería una estupidez ponerle título a algo tan grande.
Y metáforas aparte, este tiempo ha sido magnífico; ha sido tan gratificante que algo en mí muere al dejar hoy ese hospital. Como dijo Fany, "ellos se van pero tú te quedas", y es cierto, pero hoy, hoy es otro día. Hoy es el día en el que yo me voy. Y ellos... simplemente se quedarán ahí.
Me entristece pensar en que no voy a volver a entrar por esas habitaciones y a encontrarme sus caras de necesidad, de cualquier cosa. No encontraré esa mirada de agradecimiento. No encontraré sus bromas, ni sus múltiples acentos de la costa gallega. No encontraré nada.
No podía marcharme sin una foto de Silent Hill y sus enfermeras
Y en mi casa, sin medicación que preparar, sin esa rutina que ya me había creado, miraré por la ventana y pensaré "¿Qué tal estará Fulanito? Ay, ojalá que hoy hubiera comido un poco más que estos días". Y cada vez que vea un tapón amarillo tirado por casa me entrará la nostalgia de los buenos tiempos en los que los usaba para cerrar vías.


Menudo dramón estoy haciendo de algo tan estúpido ¿no? tal vez, pero, yo que puedo asegurar que entré en Enfermería sin saber exactamente si era lo mío, esto me ha hecho amar más y más a mi profesión.
Me ha hecho abrir los ojos a la realidad, a las personas. Me ha hecho ser más humana y persona. Me ha hecho reencontrarme conmigo y con lo que quiero.
Hoy, último día, digo adiós a lo que me ha hecho sentirme enfermera estas semanas, para volver de nuevo al camino de la sapiencia y de adquirir nuevos conocimientos. Pero una parte de mí seguirá muerta. Una parte de mí seguirá esperando a las siguientes prácticas, para llegar al hospital y que la reanimen. Porque, queridos lectores, en el hospital no sólo se curan los pacientes, también me curo yo.
Muchas gracias a todos los que leísteis  nuestras entradas, he de decir que no me esperaba tanta acogida, y que estoy orgullosa de lo mucho que hemos trabajado en ello Fany, María, Lore y yo. Hemos sacado lo más profundo de nuestro ser para mostrarlo a todos vosotros, y esperamos haberos enamorado de la Enfermería. Eso, para nosotras, sería lo más recompensante.
Muchas gracias a todos mis pacientes, a los que les deseo absolutamente lo mejor, la pronta recuperación y la más absoluta felicidad. A los que fueron mis pacientes y se marcharon, especialmente a Jose Luis, les deseo que allá donde estén, si es cierto que existe algo más, estén con sus más queridos y que disfruten de una eternidad placentera, ya que se lo merecen por lo mucho sufrido.
A todos y cada uno de ellos, mil millones de gracias.
A todas las enfermeras, a todos los médicos y residentes, a todos los auxiliares y celadores, muchísimas gracias por todo lo enseñado, por lo integrada que me hicisteis sentir y por mostrarme la realidad del hospital desde el otro lado. Gracias, de corazón.

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