jueves, 19 de diciembre de 2013

¡Gracias!

Las primeras gracias se las quiero dar a mis compañeras de Blog, por haberme puesto tan morriñosa y sensiblona con sus entradas (sabéis que odio cuando me pasa eso) jajaja

Venga, ahora en serio, primero dar las gracias a mis compañeras Alba, Lorena y María por su colaboración conmigo en este proyecto, por sus ideas y por conseguir que alguien lo leyera. También las gracias a vosotros, lectores, por aguantarnos y por aumentarnos el ego con esta buena difusión.

Mi plan para hoy es ponerme más insoportablemente sensible contándoos las frases más bonitas, los detalles más emotivos y los grandes momentos vividos estas 5 semanas en mis primeras prácticas en el hospital.

Mi paciente favorita (aunque esté mal decir eso), Lucía, me brindó grandes ánimos con frases como "para pinchar a una persona, más que experiencia hay que tener maña, y créeme, tú la tienes", "hay personas que nacen para esto y se les nota" o "lo mejor de la tarde es verte aparecer por esa puerta".

Una paciente con demencia senil no hablaba con nadie, ni siquiera con su familia. Yo, que no me callo ni debajo del agua, parloteaba aunque sin esperar respuesta. Un día, llegué y dije "hola, princesa". Esta mujer abrió los ojos, me miró, me sonrió y me dijo "Hola". Solo eso me puso la piel de gallina, porque nos quedamos todos alucinando, sin exagerar. Desde entonces, me habla todos los días, me cuenta un poco, como puede, su vida y cuando no entiende algo, se lo intento explicar de forma que lo entienda.

Otra paciente llegó muy triste, le hice la entrevista y cuando terminé, le pregunté qué le pasaba. Resulta que eran las primeras Navidades en años en las que iban a estar reunidos todos sus hijos y temía pasarlas en el hospital. Le dije que lo sentía, pero que no se preocupara, porque en el peor de los casos, ellos estarían igual de reunidos, aunque fuera en un hospital. No le dije nada del otro mundo, pero de alguna manera, le hice sentir mejor.

No puedo plasmar en una entrada de un Blog todas las emociones y sensaciones que he vivido estas semanas, pero me las llevo a todas conmigo. Me llevo las despedidas, los abrazos de mis pacientes cuando se iban a casa y me decían "non cambies nunca, filliña". Se iban con una sonrisa en la cara y me dejaban a mí con otra.

Pero no solo quiero agradecerle esta gran experiencia a los pacientes. También le doy las gracias a mis enfermeras, grandes trabajadoras que han puesto en muchas ocasiones su confianza en mí, me han corregido educadamente y me han felicitado cuando lo he hecho bien. No olvidaré el día en el que una enfermera dijo de ir conmigo y mi enfermera de la tarde anterior, que estaba también en el turno de ese día, le gritó en medio del control "No! ni se te ocurra robármela! Va a ir conmigo!"

Allí, en el 4A, Unidad de Traumatología, me sentí realmente valorada. Me enseñaron lo mejor que pudieron y lo hicieron realmente bien. Me dieron consejos, me enseñaron técnicas que no vienen en los apuntes. Me dieron grandes lecciones y siempre me trataron como a una compañera más, teniéndome en cuenta, dándome cierta libertad las últimas semanas y dándome pie a la confianza.

Así que, de verdad, gracias. Llegué hecha un manojo de nervios, sin saber qué hacer, si era lo mio y si valía para esto. Ahora puedo decir que sí, sé que esto es lo mí y no podría dedicarme a otra cosa.


No hay comentarios:

Publicar un comentario